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El poder curativo del contacto, la ternura y la emoción

  • Foto del escritor: Bienestar y comunicación
    Bienestar y comunicación
  • hace 3 días
  • 2 Min. de lectura
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Te has dado cuenta de que todo tu cuerpo está cubierto de un permeable “tejido afectivo”: la piel. A través de ella es que experimentamos el mundo, y por medio de ella se comunican caricias, abrazos y gestos de cuidado. Una mano sobre el hombro, un abrazo cálido o un roce cargado de afecto son actos sencillos que hablan de piel a piel, pero que llegan mucho más allá: al corazón.


Sin embargo, vivimos en un mundo que con frecuencia olvida la importancia del contacto humano. El exceso de prisa, la sobreexposición digital y los vínculos debilitados nos llevan, muchas veces sin notarlo, a perder este gesto cotidiano. Cuando esto ocurre, corremos el riesgo de acartonarnos, endurecernos, distanciarnos o incluso enfriarnos emocionalmente. ¿Te ha pasado?, seguramente sí.


La ternura como fuerza sanadora


En su libro El poder curativo de la ternura, Ami Tammer nos recuerda que la ternura no es debilidad, sino una de las formas más profundas de fortaleza. La ternura tiene el poder de abrir aquello que el dolor o el miedo cierran; es capaz de suavizar rigideces internas, relajar tensiones y crear espacios de confianza donde florece lo humano.


Según Tammer, la ternura actúa como una medicina invisible, como la mamá de Mirabel:


  • Alivia tensiones al activar la seguridad emocional y corporal.

  • Nutre vínculos, ayudándonos a reconectar con lo más genuino del ser humano.

  • Acerca corazones, reduciendo distancias emocionales y fortaleciendo la empatía.

  • Transforma el dolor, porque incluso en medio de la herida, la ternura abre caminos de cuidado y esperanza.


Contacto y vínculos significativos


Custodiar y nutrir nuestras relaciones requiere no olvidar este aspecto esencial: el contacto humano. Abrazar, acariciar y acompañar son maneras sencillas de mantenernos cercanos y amigables, incluso cuando las palabras no alcanzan.


En algunos casos, los vínculos dañados necesitan procesos de sanación más profundos. Pero en la vida cotidiana, “arriesgar el intento” de un gesto tierno puede marcar la diferencia. El contacto físico y emocional no solo mantiene la conexión, sino que fortalece nuestra capacidad de resiliencia frente a la soledad y el estrés.


Entrenar la ternura


La ternura también puede entrenarse. Practicar gestos de cuidado y caricias conscientes nos ayuda a recuperar poco a poco esta dimensión olvidada. Se trata de un hábito de vida: elegir espacios de cercanía, compartir momentos de presencia y recordar que la piel, ese “tejido afectivo”, es un canal de comunicación esencial para el bienestar humano.


Una invitación

Practica, practica, y practica...Hoy más que nunca necesitamos recordar que no solo se aprende del dolor, también se aprende del cuidado, de la ternura y de las caricias. Incorporar la ternura en nuestros vínculos, en nuestro trabajo y en nuestra vida cotidiana es un acto revolucionario de humanidad y bienestar. ¿Te animas a ser tierno?, déjame saber tus comentarios por correo.


📍 Artículo inspirado en el libro El poder curativo de la ternura de Ami Tammer (2021).


Bertha Duarte🌐 Más contenidos en: www.bienestarycomunicacion.com📩 Contacto: bienestarycomunicacion@gmail.com

 
 
 

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